El oso pardo

 


Figura 1. Oso pardo o Ursus arctos L. Fuente: https://fundacion-biodiversidad.es/es/prensa/actualidad/el-oso-pardo-una-valiosa-muestra-de-la-biodiversidad-en-espana

El oso pardo o Ursus arctos L. es un carnívoro perteneciente a la familia de los Úrsidos que se distribuye ampliamente, desde la taiga hasta los bosques mediterráneos y es una especie forestal, pero que ha quedado relegado a las montañas a causa de la persecución humana. Se ha diversificado en numerosas subespecies o razas geográficas; algunas de tamaños de hasta 500 kg como el oso grizzli y el oso kodiak, presentes en el Norte de Norteamérica. Se dice que existe una subespecie morfológica ibérica que recibe el nombre de Ursus arctos pyrenaicus, pero está muy cuestionada a nivel genético, ya que no se diferencia del resto de osos pardos europeos. Se ha creado esta subespecie debido a que, en relación al peso, es más pequeña, de 80 a 230 kg. 

Está casi extinto en España y en peligro en el resto de Europa. En la actualidad, en nuestro país, sobreviven dos poblaciones ibéricas: una pirenaica, cuya población original está prácticamente extinta y la mayoría son osos introducidos desde Eslovenia; divididos en un núcleo occidental minoritario y otro núcleo central-oriental donde se encuentran la mayoría. Y otra población cantábrica, que a su vez podemos subdividirla en una subpoblación occidental y otra población oriental, que se encuentran prácticamente incomunicadas. En el apartado de Distribución hablaremos con más detalle de estas poblaciones.   


Características generales

Ursus arctos es un animal solitario con una elevada movilidad, que requiere grandes extensiones de terreno sin presencia humana, por lo que su conservación es más problemática que en el caso de Canis lupus signatus (lobo ibérico). 

Tiene una cabeza ancha y un hocico alargado. Es un animal plantígrado (es decir, que apoya toda la planta de las patas para caminar), con 5 dedos y unas uñas largas, duras y no retráctiles (Figura 2).  Ojos oscuros y pequeños. Orejas también pequeñas con respecto al tamaño de la cabeza y completamente recubiertas de pelo. La mandíbula está provista de dientes carniceros, pero con unos premolares muy pequeños. 



Figura 2. Huella de oso pardo. Fuente: https://www.asturnatura.com/especie/ursus-arctos.html

El pelo es de un color pardo (Figura 3), como su propio nombre indica, pero con ligeras modificaciones según el ejemplar, a veces con matices amarillentos, siendo más oscuras las patas que el resto del cuerpo. Los individuos jóvenes normalmente presentan un collar blancuzco o más pálido que el resto del pelaje que puede persistir hasta una edad avanzada (Purroy, 2017).  

 


Figura 3. Ejemplar de oso pardo. Fuente: https://alchetron.com/Cantabrian-brown-bear

Existe un dimorfismo sexual que empieza a ser claro a partir de los 3 años de edad. Un dato increíble es que, con 4 años, un macho puede llegar a pesar un 88% más que una hembra. Esta gran diferencia tiene un motivo y es que los machos, debido a la competencia que existe durante la época de celo, necesitan tener un aspecto más robusto, que además va en aumento con la edad. Por el contrario, las hembras detienen su crecimiento una vez alcanzan su madurez sexual, esto les permite consagrar más energía para criar a sus oseznos (Purroy, 2017). 


Alimentación: una dieta omnívora

Algunos autores conocen a este animal como el "carnívoro arrepentido" debido a su tendencia marcada al vegetarianismo. Se trata de un animal omnívoro, pero el aporte vegetal de su dieta puede superar el 85% dependiendo de la época del año. De hecho, es considerado un importante dispersador de semillas mediante sus excrementos, ya que no las digieren (García- Rodríguez et al, 2021). En cuanto al alimento de origen animal, consume insectos, carroña y presas que caza (Figura 4) (García, 2001).

En general, se considera el período entre el abandono de la osera y el final del celo como un momento de bajo consumo (hipofagia), mientras que los meses de agosto a noviembre se caracterizan por un gran apetito de los osos y alto consumo (hiperfagia). La dieta de engorde de nuestros osos pardos se basa en los frutos secos de robles, hayas y castaños, a diferencia con los osos de las regiones boreales, que se basa en el consumo de arándanos (Purroy, 2017).  

En el caso de los osos pirenaicos, la dieta consiste en un 75% de vegetales (ortigas, hayucos, arándanos, frambuesas, entre otros), un 15,6% de micromamíferos y un 9,4% de insectos. En primavera, es frecuente el descortezado de coníferas para consumir el liber. Se estima que puede consumir  al año unos 144 kg de carne de ganado doméstico, obtenida por carroñeo mayoritariamente. Cuando consumen carroñas de ungulados, lo hacen in situ, sin desplazarlas (Purroy, 2017).  

En el caso de la Montaña Cantábrica, que está mucho más estudiada, en primavera la dieta se basa en: 83,7% plantas herbáceas, 9,6% ungulados, 4,5% insectos, 2,3% frutos secos, 0,4% bulbos y brotes de haya, 0,1% frutos carnosos y 0,1% micromamíferos.  En verano, 40,9% plantas herbáceas, 22,2% frutos carnosos, 19,5% insectos, 13,2% ungulados, 3,9% bulbos y brotes de haya y 0,1% micromamíferos. En otoño, 1,5% frutos secos, 16,3% frutos carnosos, 11,2% plantas herbáceas, 11,1% ungulados, 0,9% insectos, 0,8% micromamíferos y 0,7% bulbos y brotes de haya. Y por último, en invierno, 49,9% frutos secos, 32,1% plantas herbáceas, 12% frutos carnosos, 5,6% ungulados,0,6% bulbos, 0,1% insectos y 0,1% micromamíferos. La proporción de ungulados en la dieta es pequeña, del orden del diez por ciento, pero es constante en todas las estaciones. Se ha observado que cuando los osos detectan la presencia de crías de corzo, ciervo o rebeco, las buscan hasta que las encuentran y las capturan, transportándolas a sitios con vegetación cerrada donde las consumen (Rodriguez et al, 2007;  Purroy, 2017). 

Durante años, los daños del oso a la ganadería y a la agricultura fueron descritos con precisión debido al interés de abonar indemnizaciones justas de cara a la conservación. Se sabe que existe una marcada estacionalidad y la mayoría acontecen en verano (42.6%), realidad ligada a los ciclos de cultivo y de manejo de ganadería extensiva y a la propia biología de la especie. Cabe destacar que el número de animales muertos confirman que el oso raramente mata más de una res por ataque, aunque, en el caso de las ovejas, dado su gregarismo y escasa capacidad defensiva, mueren más reses, presas de pánico, por despeñamiento y aplastamiento. Sin embargo, los ataques están disminuyendo debido a que la agricultura está desapareciendo en las zonas de la Montaña Cantábrica (Purroy, 2017).

En el siguiente enlace podemos observar a una hembra y sus oseznos alimentándose de avellanas: Osos alimentándose



Figura 4. Ejemplar de oso pardo alimentándose de un ungulado. Fuente: https://stock.adobe.com/es/images/eurasian-brown-bear-ursus-arctos-arctos-feeding-on-prey-roe-deer/127105831


Hibernación 

La hibernación consiste en un estado de letargia invernal en el que hacen descender su ritmo cardíaco desde 40-50 a 10 pulsaciones por minuto, además el ritmo respiratorio baja a la mitad y la temperatura se reduce en 4 o 5 grados. Durante este período, el oso deja de comer, beber, defecar y orinar y mantiene sus constantes funcionales gracias a la energía de las reservas acumuladas en la grasa parda durante el otoño (en el período de hiperfagia). 

Antes de hibernar, los osos buscan una cueva y la acondicionan con hierbas y ramas (Figura 5), aunque también pueden cavarlas en el suelo. Sin embargo, el 80% se encuentran en cuevas. Con el fin de evitar perturbaciones durante este estadío, suelen buscar zonas con vegetación impenetrable o laderas de difícil acceso. Existen lugares con agrupaciones de oseras que son críticas para la supervivencia de este animal. 



Figura 5. Oso hibernando en osera. Fuente: https://reinoanimalia.fandom.com/es/wiki/Oso_Pardo

Existe la opción de no hibernar o reducir el período. Por ejemplo, en el caso de una osa con crías, es más rentable desde el punto de vista energético no hibernar, ya que la lactancia supone un elevado coste. Por el contrario, en el caso de un macho, una hembra no lactante o cualquier juvenil, es más rentable la hibernación. Cabe destacar, que a causa del cambio climático los inviernos son más suaves y esta opción acaba siendo la más viable para todos los ejemplares (https://fundacionosopardo.org/). 

Cabe destacar que el oso pardo, en concreto el cantábrico, hiberna menos tiempo que sus homónimos europeos.  


Encames

Los encames son lugares de reposo que construyen los osos. Durante el verano, generalmente se basan en un cuenco excavado de diferentes profundidades. Sin embargo, en el otoño suelen localizarse en refugios rocosos o bajo salientes rocosos con materia vegetal. Estos últimos suelen situarse a menor altitud que en el caso de los encames estivales. La reutilización de encames se ha observado en todas las estaciones, pero ocurre en mayor medida en verano.


Hábitat 

Está directamente relacionado con la disponibilidad de alimento y refugio (Weigand et al., 2008).

Cordillera Cantábrica

Podemos distinguir varios hábitats ideales según la estación en la que nos encontremos. En primavera las formaciones herbáceas ocupan el primer lugar en importancia, seguidas de los abedulares situados por debajo de los 1.300 m de altitud, los bosques higrófilos (incluyendo las alisedas) y los hayedos. Por último los robledales umbríos y las formaciones arbustivas no formadas por robles. Estos dos últimos son muy ricos en alimentos primaverales. En verano destaca el valor trófico de las formaciones arbustivas sin robles y de los matorrales de Calluna vulgaris, debido a la importancia del arándano, lo mismo que los hayedos y abedulares de zonas altas con arandanera. Los bosques higrófilos y los robledales umbríos ofrecen otros frutos de consumo estival como cerezas, manzanas y zarzamoras. En otoño-invierno, los castañedos constituyen la unidad ambiental más importante, con un valor trófico que cuadriplica al de los hayedos, situados en segundo lugar. Por último, los robledales y las formaciones arbustivas dominadas por robles (Purroy, 2017).

Pirineos

Aquí los individuos muestran preferencia por áreas con elevada conectividad forestal, bosques de hoja caduca, terreno escarpado, matorrales y escasez de zonas con influencia humana. En primavera, el oso utiliza sobre todo la parte inferior (entre 950 y 1.400 m .) del bosque de hayas, pinos y abetos. De julio a septiembre, la franja altitudinal más utilizada es la de los 1.450 a 1.600 m, es decir la parte superior del hayedo-abetal, rica en frutos como frambuesas o fresas, y matorrales de arándanos que colonizan algunos pastizales, junto con el enebro. En octubre, noviembre y principios de diciembre, ocupa la parte media del hayedo y del hayedo con coníferas, con utilización preferente entre los 1.250 y los 1.400 m (Purroy, 2017).


Distribución 

A nivel global, el oso pardo es la especie más extendida de todos los Úrsidos, incluyendo Europa, Asia y Norteamérica, desde ambientes de tundra ártica a desiertos secos. Sin embargo, como explicaremos en apartados posteriores, su distribución se ha reducido drásticamente desde mediados del siglo XIX debido a las armas de fuego, la ocupación de amplias zonas oseras y la alteración o destrucción del hábitat (Purroy, 2017). 

Cordillera cantábrica

En la cordillera Cantábrica hay más de 300 osos entre las comunidades de Asturias, Castilla y León (provincias de León y Palencia), Cantabria y en una pequeña parte de Galicia (Lugo).  

Esta dividida en dos subpoblaciones: una occidental y otra oriental. Las cuales, hasta principios del siglo XXI estaban aisladas casi por completo (Mateo-Sánchez et al, 2014). Sin embargo, al aumentar el número de ejemplares, algunos machos consiguieron reestablecer esta comunicación con su dispersión generando ejemplares producto de ambas subpoblaciones. Acabando así con el aislamiento genético. Si el aislamiento continuase, las poblaciones cada vez perderían más variabilidad genética, aumentando la endogamia y probablemente acabarían desarrollando enfermedades que acabarían con los pocos ejemplares que las componen. Como las hembras no suelen alejarse de su lugar de nacimiento, dos osas encontradas en malas condiciones en el núcleo occidental, fueron rehabilitadas en cautividad por la Fundación Oso Pardo (FOC) y liberadas en el núcleo oriental, dando así un paso más en esa variabilidad.  

Mediante el análisis genético de excrementos y otros componentes, la FOC llegó a la estima de que en el 2019, la población era de 324 osos (49 en el núcleo oriental y 275 en el occidental).

Pirineos

Esta es la población más afectada por la persecución humana. De hecho, en 2004 moría la última osa autóctona de los Pirineos, extinguiéndose así la población original de 200 osos en el siglo pasado, ya que los osos originales restantes eran todos machos. Los ejemplares que actualmente viven en esta zona, son de origen esloveno o sus descendientes. En el 2021, FOC encontró 8 hembras paridas con 15 oseznos y 70 ejemplares (32 machos, 34 hembras y 4 osos de sexo indeterminado). 


Reproducción

Se dice que los osos son unos animales promiscuos, ya que el vínculo con la pareja sólo dura unos días y no colaboran en la cría. Durante la época de celo, entre primavera y principios de verano, el macho aumenta sus desplazamientos en busca de hembras dispuestas a reproducirse. Tanto los machos como las hembras pueden reproducirse con varios ejemplares durante esa época de celo. Previamente al apareamiento, en el caso de que más de un macho esté interesado en la misma hembra, se producen peleas en las cuales el vencedor se da en función de su tamaño y agresividad. 

El celo se produce en primavera y a principios de verano. Los partos tienen lugar en enero, dentro de la osera y los oseznos permanecerán con su madre durante unos 16-18 meses. Suelen tener de 1 a 3 cachorros (Figura 6). Al nacer pesan 350-400 g, son ciegos, casi sin pelo e incapaces de termorregularse. Abren los ojos al mes de edad y caminan antes de cumplir los dos meses. La familia sale del cubil en abril o mayo.

La madurez sexual es tardía y no se alcanza hasta los 3 años, pero las hembras (más pequeñas y con la cabeza más fina) no suelen ser capaces de sacar adelante a las crías hasta que tienen 5 años, ya que necesitan experiencia. La mortalidad infantil es elevada por diversas causas (moquillo, accidentes, depredación, etc.) y la hembra no vuelve a quedar preñada hasta 3 años después del parto, lo que explica la tasa de natalidad tan baja de esta especie y las dificultades de su conservación. En condiciones normales, una hembra solo puede lograr entre cuatro y cinco camadas a lo largo de su vida. Con más de veinte años de edad, su vida reproductiva termina.



Figura 6. Osa con sus dos oseznos. Fuente: https://osos10.com/pardo/

Amenazas

Las principales amenazas a las que se enfrenta esta especie son las siguientes: caza furtiva, lazos (colocados ilegalmente para el jabalí), veneno (colocado ilegalmente para el lobo), carreteras que atraviesan su territorio y que causan atropellos, aislamiento de poblaciones (comentado en apartados anteriores) y alteración del hábitat. Esto último se basa en la disminución y envejecimiento de la población en la montaña, la reducción de la cabaña ganadera y de la agricultura, que propician una mayor tranquilidad y cuidado del monte. Como consecuencia aumentan actividades como el ocio o el turismo, que conlleva la construcción de infraestructuras asociadas que acaban por modificar el hábitat de este animal haciéndole la vida, aún más difícil (Purroy, 2017).  


Conservación: la persecución humana hacia el oso pardo

En el siglo XVI se podría encontrar ampliamente en la Península Ibérica, pero en el siglo XVII desaparece de manera drástica debido a una persecución sistemática que continua hasta el siglo XIX. En este siglo, en Lugo, Orense y León, van aislándose pequeños núcleos que desaparecen de la gran mancha osera cantábrica extendida entre los Ancares y la provincia de Burgos. En el Pirineo, se extiende desde Navarra a Lérida. En la primera mitad del siglo XX se divide la población cantábrica en dos, por la desaparición en el este de Asturias, y en la segunda mitad, la continuidad pirenaica se escinde en, al menos, tres pequeños núcleos (Nores & Naves, 1993). 

Existen planes de recuperación que enmarcan las acciones para la conservación de los osos. Sin embargo, tras más de una década de aplicación de los planes y objetivos estratégicos como eliminar la muerte de osos causada por personas, garantizar la conectividad sobre los núcleos reproductores o evitar la pérdida de hábitat de calidad, no han sido resueltos satisfactoriamente. Se postula que los planes son demasiado orientadores, predominando las directrices sobre las acciones concretas (Purroy, 2017). 

Los planes para la conservación de esta especie continúan, algunos de ellos financiados por la Unión Europea, pero aún queda mucho camino por delante. Como ya sabemos, la conservación de esta especie es problemática por la necesidad de mantener grandes extensiones de bosque de montaña en favorable estado de conservación; si se llegase a conseguir, actuaría de “especie paraguas”, ya que su conservación implicaría la de toda la diversidad biológica de los bosques de montaña. Por supuesto, habría que ofrecer contraprestaciones económicas a los habitantes de las zonas oseras y realizar una sensibilización social hacia la especie.


En este enlace podemos observar, mediante una cámara trampa a un oso marcando territorio, jabalíes, ciervos, lobos ibéricos y un zorro:  Fototrampeo en la Cordillera Cantábrica


Bibliografía

Apuntes de la carrera.

https://fundacionosopardo.org/

García, J, C. (2001). Situación del oso pardo cantábrico (O los problemas de la alimaña convertida en mascota). Treballsde la Societat Catalana de Geografia, 52, 2001 (265-272). 

García-Rodríguez, A, Albrecht, J, Szczutkowska, S, Valido, A, Farwig, N, & Selva, N. (2021). The role of the brown bear Ursus arctos as a legitimate megafaunal seed disperser. Nature 11:1282. 

Mateo-Sánchez, M. C., Cushman, S. A., Saura, S. (2014). Connecting endangered brown bear subpopulations in the Cantabrian Range (north-western Spain). Animal Conservation, 17 (5):430-440.

Nores, C., Naves, J. (1993). Distribución histórica del oso pardo en la península Ibérica. Pp. 13-33. En: Naves, J., Palomero, G. (Eds.). El oso pardo (Ursus arctos) en España. ICONA, Madrid.

Purroy, F. J. (2017) Oso pardo – Ursus arctos. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Barja, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/

Rodríguez, C., Naves, J., Fernández-Gil, A., Obeso, J. R., Delibes, M. (2007). Long-term trends in food habits of a relict brown bear population in northern Spain : the influence of climate and local factors. Environmental Conservation, 34 (1): 36-44.

Wiegand, T., Naves, J., Garbulsky, M. F., Fernández, N. (2008). Animal habitat quality and ecosystem functioning: exploring seasonal patterns using NDVI. Ecological Monographs, 78 (1):87-103.

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