El corzo

 


Figura 1. Corzo o Capreolus capreolus. Fuente: https://prosademusas.wordpress.com/2015/03/16/introduccion-al-corzo/

El corzo o Capreolus capreolus es un mamífero ungulado perteneciente al orden de los Artiodáctilos, suborden Rumiantes, es decir, que presentan un estómago complejo que permite la rumiación. Pertenece a la familia de los Cérvidos. 

Es muy abundante en la mitad oriental de Galicia (Lugo y Ourense), más escaso en la occidental (A Coruña y Pontevedra). Se trata de una especie en expansión, en los años 70 estaba reducida a las montañas de los Ancares e Invernadeiro, pero a partir de esa época comenzó a expandirse. Al igual que el jabalí, la causa de la ampliación de su distribución se debe al abandono del rural, lo que provoca una expansión del matorral y también por la disminución de las especies depredadoras debido a la caza furtiva. 

Características generales

El corzo es un cérvido de pequeño tamaño, en torno a unos 15-25 kg que se caracteriza por ser solitario, silencioso y de hábitos boscosos. De alto no mide mucho más de 70 cm y 116 cm de largo. Es un animal con grandes orejas, con un desarrollado sentido del oído, pero también de la vista y del olfato. Su pelaje varía entre marrón a gris oscuro, que muda dos veces al año, presentando una línea negra en las orejas con tonos más claros en la parte interna, a mayores, el hocico también presenta regiones de color negro. Destaca una mancha blanca en sus cuartos traseros (Figura 2). Su columna es más arqueada que la de otros ungulados y sus cuartos traseros son más altos que los delanteros, esto le permite desarrollar su increíble capacidad de salto.

  


Figura 2. Corzo macho. Fuente: https://noticiasparamunicipios.com/portada/p-sucesos/madrid-investigan-a-varias-personas-por-caza-ilegal-de-corzos/


Las crías al nacer tienen un pelaje con coloraciones pardas y con un moteado blanco dorsal que les recorre toda su longitud (Figura 3). A los dos meses de vida han perdido esta librea y sólo levemente se aprecian restos de estas manchas blancas; en su primera muda, adquieren la coloración de los individuos adultos y podemos diferenciarlos de ellos por el escudo de color blanco, mientras que los adultos tienen una tonalidad en esta parte del cuerpo algo más amarillenta. Con la edad, los individuos se van volviendo más robustos y compactos y pierden parte de la fragilidad que caracteriza su morfología: los machos engrosan sus cuartos delanteros y su cuello, mientras que las hembras ensanchan ligeramente su tercio posterior (Mateos-Quesada, 2011). 



Figura 3. Cría de corzo escondida entre la maleza. Fuente: https://forestta.wordpress.com/2014/11/16/el-corzo-capreolus-capreolus-el-cervido-que-ladra/


Los machos suelen ser ligeramente mayores que las hembras, pero lo que diferencia a unos de los otros es su cuerna o cornamenta, de la que hablaremos en el siguiente apartado. A mayores, también existe una diferenciación en el diseño de la mancha blanca de los cuartos traseros, que recibe el nombre de escudo anal. El macho presenta un escudo anal con forma de alubia o riñón, en el caso de la hembra, hay que sumarle un mechón de pelo que cubre la zona genito-urinaria, por lo que desarrolla una forma de corazón o de triángulo invertido (Figura 4) (http://monteriza.com/wp-content/uploads/mamiferos/425.capreolus-capreolus.pdf). 




Figura 4. Corzo macho con el escudo anal en forma de riñón (arriba) y corzo hembra o corza (abajo) con el escudo anal en forma de corazón. Fuente: http://monteriza.com/wp-content/uploads/mamiferos/425.capreolus-capreolus.pdf


Cuerna o cornamenta

La cuerna (Figura 5) es una formación ósea que crece a partir de los pivotes situados en la parte superior del cráneo que adquiere su función cuando degenera su irrigación sanguínea y muere. Está presente únicamente en machos y no suelen superar los 25 cm de longitud. Están compuestos por una rama central, la más alta, y otra punta que crece hacia delante y arriba, ubicada en la mitad inferior y otra trasera que se proyecta hacia la parte posterior de la cabeza. 

Esta cuerna se caracteriza por presentar un perlado abundante que se acumula sobre todo en la base, pero que puede cubrirla por completo. Su función no está clara, se cree que puede tener relación con aparentar un volumen mayor o quizás con la resistencia para favorecer el marcaje territorial quitando la corteza de los árboles. 



Figura 5. Cuerna de un corzo macho. Fuente: http://monteriza.com/wp-content/uploads/mamiferos/425.capreolus-capreolus.pdf

Un detalle interesante es que existe una enorme variación en las formas que pueden tener las cuernas, así como en el volumen. La primera cuernina comienza a desarrollarse a partir de los tres meses de haber nacido el individuo, sin embargo se trata de un rudimentario apéndice craneal con forma de estaca menuda. Caída esta, comenzará el desarrollo de su primera verdadera cuerna y se verá concluida en torno al año de su nacimiento. El aspecto de esta primera cuerna podrá variar desde un diseño similar a la de un adulto y siempre guardando oportunas distancias en función al tamaño, hasta dos ramas raquíticas que asomen con dificultad encima de su cráneo. Aunque se trate de este último caso, en la madurez puede llegar a desarrollar una cuerna voluminosa igualmente (Mateos-Quesada, 2011). 

Una vez que desarrolla su primera cornamenta, en noviembre empezará a caérsele y creará una nueva cuya longitud, perlado y grosor, estará relacionado con las condiciones ambientales, con el estado de salud de su portador y la relación con sus propios congéneres. Es curioso el hecho de que desarrollan la cornamenta en un período en el que existe menos alimento y cuando el frío requiere de un mayor aporte energético para la supervivencia del individuo. Es decir, la mayor parte de los individuos ibéricos desarrollan la cuerna entre los meses de noviembre y diciembre, lejos de los mejores momentos para la búsqueda de alimento como los meses primaverales y que son los elegidos, por ejemplo, por especies como el ciervo (Mateos-Quesada, 2011). 


Alimentación 

El corzo se asocia a lugares donde existe una gran variedad de vegetación y presencia de agua, que propician el desarrollo de brotes tiernos y ricos en nutrientes (Figura 6). En general, a lo largo del año se alimenta de hojas y brotes de árboles y arbustos. El pasto representa el 20% de la dieta con más herbáceas que gramíneas. La dieta muestra variaciones estacionales, con consumo de hojas de rebollo (Quercus pyrenaica) en otoño y de quejigo (Quercus faginea) sobre todo en invierno. La leguminosa Cytisus striatus fue el alimento más consumido en invierno. En primavera y verano aumenta el consumo de herbáceas y en otoño de gramíneas (Mateos-Quesada, 2011). 



Figura 6. Corza comiendo hojas de un roble. Fuente: https://www.istockphoto.com/es/foto/corzo-comiendo-bellotas-del-%C3%A1rbol-capreolus-capreolus-corzos-salvajes-en-la-naturaleza-gm1048940592-280549960


En la Cordillera Cantábrica predominan Rubus ulmifolius, Vaccinium myrtillus, Quercus pyrenaica, Chamaespartium tridentatum, Anemone nemorosa, Daboecia cantabrica y Quercus robur. En el Sistema Ibérico predominan Arctostaphyllos uva-ursi, Quercus faginea, Quercus pyrenaica, Rosa sp., Vaccinium myrtillus, Rubus idaeus y Fragaria vesca (basado en 22 contenidos estomacales). En la Sierra de Guadarrama predominan en la dieta Rubus ulmifolius, Rumex acetosella y Pinus sylvestris (Fandos et al.,1987).


Hábitat y distribución

Generalmente se asocia a bosques frondosos en los que también predominan los herbazales y zonas arbustivas con abundantes frutos, sin embargo su capacidad adaptativa lo ha llevado a ocupar también bosques con condiciones más duras (algo importante dada la deforestación que estamos sufriendo a causa de talas indiscriminadas e incendios). Es decir, se ha adaptado a encinares y alcornocales en los que el agua es escasa y donde deben soportar los rigores extremos de la época estival, con un matorral estilignoso y herbazales escasos. Por lo tanto ocupa bosques de hayas y de coníferas, robledales, encinares, sabinares o formaciones mixtas. 

En Portugal se encuentra al norte del río Duero. En España sus poblaciones se extienden por la Cordillera Cantábrica, Montes de León, Pirineos, Sistema Ibérico y Sistema Central. Desde estos núcleos se encuentran en expansión. Por el sur, se encuentran más localizados en los Montes de Toledo, Sierra Morena y las sierras de Cádiz y Jaén (Mateos-Quesada, 2011). 

Según tratados de caza que han dejado constancia de la presencia de esta especie a principios del siglo XX, el corzo ocupaba casi la totalidad de la Península Ibérica. Por otra parte, son numerosas las citas que describen la reducción de las poblaciones e incluso la desaparición de la especie en algunas sierras hasta la mitad del siglo anterior; la presión cinegética podría ser la causa fundamental de este declive. Sin embargo desde la década de los noventa, se observa un incremento de sus poblaciones a partir de núcleos relictos, algunos de ellos casi extintos, que de nuevo incrementan el área de ocupación peninsular. La capacidad de adaptación de la especie junto a la tolerancia a vivir junto al hombre, le posibilitan para colonizar buena parte de la geografía peninsular, a pesar de que cada vez hay más terreno deforestado (Mateos-Quesada, 2011).  


Reproducción

La reproducción de Capreolus capreolus es muy interesante, ya que la época de celo es muy variable en cuanto a su comienzo como a su duración, de hecho en la Península Ibérica existen variaciones entre poblaciones de diferentes regiones. Cuanto más amplio sea el verano, más dura la época de celo. 

Se han descrito casos de monogamia, pero en general los machos se aparean con tantas hembras como puedan dentro de su territorio (son animales territoriales, lo explicaremos en apartados posteriores). Realmente, el hecho de que exista monogamia o poliginia depende de la cantidad de hembras que existan en esa población, si existe un número reducido de hembras, predomina la monogamia, por el contrario, poliginia. 

En el cortejo, el macho persigue de manera rápida e insistente a la hembra a lo largo del bosque. Si estas carreras se centran en torno a un obstáculo o giran sobre sí mismos, quedarán plasmados en el terreno sendas en forma de ocho o de círculos llamados corros de brujas (Mateos-Quesada, 2011).  

Una vez se produce la cópula, se produce un fenómeno conocido como diapausa embrionaria o implantación diferida en el cual se detiene el desarrollo embrionario durante el invierno con el fin de que la cría o crías (corcinos; Figura 7) nazcan en primavera (abril-mayo). Normalmente tienen dos crías. Las crías nacen desvalidas y durante los primeros días esperan ocultas entre la vegetación la llegada de la madre para alimentarse y ser aseadas. Por esta razón, si nos encontramos con una cría oculta entre la vegetación y acostada, no debemos tocarla ni cogerla, si no que debemos alejarnos para no atraer atenciones no deseadas, ya que la madre no estará lejos alimentándose. 

Un detalle interesante es que cuando el ambiente en el que se han desarrollado durante la gestación es de peor calidad existe una mayor tendencia en el nacimiento a que sean hembras.  

Los corcinos permanecen con su madre hasta que cumplen el año de edad, momento en el cual se produce el nacimiento de las nuevas crías. Si la camada está formada por dos hermanos, pueden ser expulsados del amparo de la madre con hasta 7 meses. Una vez abandonan el amparo materno, vagarán hasta ocupar un nuevo territorio, en el caso de los machos podrían tardar 3 años en encontrar uno. 

Los individuos son fértiles a los catorce meses de vida. En este momento es posible que las hembras se reproduzcan, pero debido al sistema territorial, los machos que alcancen esta edad deberán esperar hasta la posesión de su propio territorio para poder acceder a alguna hembra (Strandgaard, 1972).



Figura 7. Corza y su cría. Fuente: http://www.stopalmaltratoanimal.com/2011/12/autorizan-la-caza-de-corzas-con-crias.html


Voz

El corzo tiene una serie de sonidos que son utilizados en diferentes circunstancias. Algunos de ellos son agudos y casi inaudibles, utilizados para la comunicación en corto. Otros tienen un amplio espectro, son roncos y audibles en una amplia superficie, donde varios individuos lejanos pueden percibir el mensaje. 

Existe un tipo de sonido que recibe el nombre de la ladra, algo ronco, sonoro y seco que tiene varias funciones (Mateos-Quesada, 2011): 

  • Funciones antidepredatorias: un individuo ve o huye de algún predador y emite este sonido de manera repetida. Serían emitidos por machos, hembras o jóvenes y albergaría al menos un par de mensajes diferentes. Un mensaje directo iría dirigido hacia el mismo depredador, haciéndole ver que ha sido descubierto y que no cuenta con el factor sorpresa.
  • Una segunda función sería la de advertir a los congéneres de la presencia de este predador; en todo caso, la conducta individualista de la especie hace pensar que esta función sería indirecta y no habría intencionalidad en este sentido.
  • También existe una ladra proferida entre machos a fin de establecer vínculos jerárquicos o de propiedad en este sexo, ajenos completamente a un posible peligro o riesgo de predación, y que pueden ser consideradas sonidos territoriales. Este tipo de ladras apoya al sistema de marcaje visual y químico que despliegan los machos en los meses de remarcación territorial.
En el siguiente enlace podemos observar y escuchar a un corzo ladrando alertando de la presencia de la persona que está grabando la escena: Corzo ladrando


El corzo: un animal territorial estacional

El territorio de un corzo es descrito como el terreno el terreno defendido por los machos en momentos previos al celo (hasta meses) y que abandonará con la conclusión de este periodo. Este comportamiento podemos observarlo en el norte de la península, sin embargo en las poblaciones centrales los machos defienden un territorio permanente durante todo el año (Mateos-Quesada, 2011).

¿Por qué existen estas diferencias? Definir y defender un territorio de otros rivales y evitar que penetren en él es una tarea que conlleva una gran cantidad de consumo energético, por lo que no siempre es rentable si no existe la posibilidad de procrear. En las poblaciones en las que mantienen el territorio todo el año, esta inversión puede no ser tan elevada como en las que tienen un territorio estacional, todo depende, por tanto, de los recursos que posean. 

Una característica interesante del corzo es que tiene un complejo sistema de marcaje de territorio (Mateos-Quesada, 2011): 

  • El descortezado o eliminación de la corteza.
  • Raspado o arañado, sobre los troncos de los árboles. Se producen incisiones lineales con la cuerna. 
  • Frotado. El macho frota la frente contra un soporte vertical, donde tiene una glándula para impregnar el objeto de hormonas. A menudo dejan pelos también y marcas oscuras fruto de la secreción. 
  • Escarbado mediante patas delanteras.

En el siguiente enlace podemos apreciar a un ejemplar macho marcando territorio frotando la frente contra las ramas de un árbol: Corzo marcando territorio


Depredadores

El depredador peninsular principal de este ungulado es el lobo o Canis lupus signatus (Figura 8). En algunas regiones donde coinciden el lince o Lynx pardinus, también lo caza aunque en menor proporción que al conejo, como comentamos en el apartado sobre el lince ibérico. Por último, el zorro o Vulpes vulpes también depreda sobre las crías de corzo en sus momentos más vulnerables.   



Figura 8. Ejemplar de lobo ibérico o Canis lupus signatus. Fuente: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Iberian_Wolf_AdF_001.jpg


Amenazas

La principal amenaza de esta especie es la caza, como consecuencia de la economía resultado de esta actividad se han introducido corzos del Centro de Europa con el fin de aumentar la población. Aumentando así las temporadas de caza y el número de animales por batida. Generando, por tanto, también una mayor competencia entre los especímenes autóctonos y los importados. 

También existe competencia ejercida por el ganado doméstico, así como las costumbres de pastoreo asociado al ganado ovino y sobre todo caprino. En ocasiones, los perros que acompañan al ganado persiguen a estos animales y los matan.

Es importante destacar que las crías en los primeros momentos de su nacimiento son extremadamente frágiles y vulnerables ante cualquier perturbación, y la incidencia sobre ellas puede llevar al estancamiento de una población. Por otra parte el hombre y la caza no reglada pueden dañar de manera seria sus poblaciones, lo que unido a lo anterior, puede llegar a diezmar sus poblaciones (Covarsí, 1898).

Un detalle a mencionar es que se ha encontrado, en corzos gallegos, niveles elevados de ciertos metales pesados (Pb) (Mateos-Quesada, 2011).  


Conservación

El corzo está considerado como Preocupación Menor o LC en la Península Ibérica por la IUCN. 


Bibliografía

Apuntes de clase. 

http://monteriza.com/wp-content/uploads/mamiferos/425.capreolus-capreolus.pdf

Fandos, P., Martínez, T., Palacios, F. (1987). Estudio sobre la alimentación del corzo (Capreolus capreolus L. 1758) en España. Ecologia, 1: 161-186.

Mateos-Quesada, P. (2011). Corzo – Capreolus capreolus. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Cassinello, J. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/.

Strandgaard, H. (1972). The roe deer (Capreolus capreolus) population at Kalo and the factors regulating its size. Danish Review of Game Biology, 7: 1-205.

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