Raniña de San Antón

 


Figura 1. Ejemplar de ranita de San Antón, Hyla molleri. Fuente: https://www.ecoticias.com/naturaleza/192135_ranita-san-antonio-capacidad-migratoria-respuesta-cambio-climatico

En el siglo pasado, Hyla molleri o ranita de San Antón era considerada una subespecie de Hyla arborea. Sin embargo, tras la realización de diversos estudios a nivel genético, tanto nuclear como mitocondrial, se llegó a la conclusión de que se trata de una especie diferente. 


Características generales

Se trata de una especie de rana de pequeño tamaño (Figura 2), con la cabeza más ancha que larga y el hocico redondeado y corto. Los ojos aparecen en posición lateral, con la pupila horizontal y el iris con un tono dorado salpicado por un moteado negro. El tímpano es visible. El borde del rostro está muy marcado. Y carece de glándulas parótidas (García- París et al, 2004). 

Las extremidades anteriores son relativamente cortas, con los dedos ligeramente palmeados en la base y desiguales, siendo el primero más corto, el tercero más largo, y el segundo y el cuarto de longitud intermedia e iguales entre sí. Las extremidades posteriores son largas y ágiles. Los dedos tanto de las extremidades anteriores como de las posteriores presentan discos adhesivos en sus extremos, siendo los de los miembros anteriores algo más grandes (García- París et al, 2004). 



Figura 2. Ejemplar de Hyla molleri. Fuente: https://biodiversidade.eu/avistamento/hyla-arborea-2/?lang=es


La coloración dorsal es muy llamativa, de un verde claro muy intenso, generalmente uniforme, lo que se ve resaltado por la textura lisa y brillante de la piel. Sin embargo, cabe destacar que se han observado casos de pigmentación azul en Galicia. En individuos recién metamorfoseados, la coloración verde típica es más pálida que en los adultos. La coloración ventral es blanca o amarillenta, sobre una piel granulosa, con tonos amarillentos o rosados en la cara interna de las patas posteriores y de los dedos. En los machos, la piel de la garganta es lisa, adquiriendo colores pardos o verdosos claramente distinguibles del resto de la región ventral, más o menos oscuros en función de los pliegues del saco vocal. Tanto machos como hembras presentan bandas laterales oscuras en ambos costados que recorren longitudinalmente todo el cuerpo, desde el hocico pasando por el ojo y el tímpano, y que en la región lumbar dibujan sendos bucles dirigidos hacia la parte dorsal con una ligera inclinación hacia la zona anterior (García- París et al, 2004). También existen ejemplares en tonos pardos y oscuros, así como en tonos grises (Figura 3) e, incluso, existe un caso de albinismo registrado en larvas (Gosá & Arribas, 2017). 



Figura 3. Ejemplar en colores grisáceos de Hyla molleri. Fuente: http://anfibios-reptiles-andalucia.org/peninsulares/foto.php?imagen=arborea&numero=1700


Existe dimorfismo sexual, ya que los machos presentan un saco vocal que, cuando está hinchado, tiene un tamaño mayor que el de la cabeza, y cuando está deshinchado forma pliegues en la garganta cuya coloración y textura son diferentes al resto de la zona ventral (Figura 4). Además, el tamaño de las hembras es mayor que el de los machos, existiendo una media de peso de 7 g en ellas y de 4 g en ellos (Otriz-Santaliestra, 2015). 



Figura 4. Ejemplar macho de colores pardos. Fuente: http://anfibios-reptiles-andalucia.org/peninsulares/foto.php?imagen=arborea&numero=1700

Alimentación

Existen muy pocos datos sobre la dieta de este animal. En general, se trata de una dieta compuesta principalmente por formícidos (hormigas), pero también coleópteros y aracneidos, pero en menor medida. Un detalle interesante es que no se alimentan durante la época de reproducción (Otriz-Santaliestra, 2015). 

En el caso de las larvas, no existen datos para esta especie, pero se cree que se trata de una alimentación a base de material vegetal en suspensión o adherido a rocas (Otriz-Santaliestra, 2015). 


Hábitat y distribución

Habita desde el nivel del mar hasta los 2.140 m en la Sierra de Guadarrama o los 2100 m en el Sistema Ibérico, pero en general en zonas montañosas se hace cada vez más escasa a partir de los 1.000 m (Otriz-Santaliestra, 2015).

Es una especie que necesita hábitats con humedad, por lo que suele aparecer asociada preferentemente a sotos fluviales, aunque también a arroyos, prados húmedos y charcas, siempre con abundante vegetación herbácea o de matorral en las orillas de los medios acuáticos, ya que estas zonas con buena cobertura vegetal sirven a los adultos como refugio durante el día (Márquez, 2002). A grandes rasgos, siempre que se den estas condiciones, puede encontrarse en cualquier tipo de hábitat, desde los bosques más húmedos hasta las zonas agrícolas o esteparias (Otriz-Santaliestra, 2015).

Se distribuye por la Península Ibérica. Cabe destacar que la determinación de su distribución específica es compleja, ya que suele confundirse con Hyla arborea y se precisan análisis específicos. Se han encontrado varios ejemplares híbridos entre ambas especies. 

A pesar de que se encuentra en el norte y centro peninsular, falta en la región Mediterránea, estando su límite de distribución oriental en las tres provincias aragonesas, Cuenca y Albacete. Por el centro llega hasta Sierra Morena, en las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla, y más hacia el oeste, en Huelva, aparece claramente al sur de esta cordillera. Su distribución es bastante continua, aunque falta en gran parte de la Cordillera Cantábrica y las poblaciones en los límites meridional y suroriental de su rango geográfico, especialmente las de Albacete, aparecen aisladas del núcleo principal. Está presente en todas las regiones de Portugal salvo en los archipiélagos (Otriz-Santaliestra, 2015).

Debido al cambio climático, para los años correspondientes entre 2041 y 2070 se prevee una reducción en su extensión en un 75 u 80% (Araújo et al., 2011).


Reproducción 

Prefiere medios estables, es decir, charlas ubicadas en zonas de vaguada, donde se acumula más humedad y la vegetación se mantiene verde durante más tiempo. La vegetación acuática es fundamental a la hora de seleccionar el lugar de puesta  (Márquez, 2002).

El periodo reproductor se extiende durante abril y mayo (Figura 5). Sin embargo, puede adelantarse o retrasarse en función de las condiciones climáticas, existiendo también ligeras diferencias entre zonas. En Galicia, puede comenzar a partir de febrero y prolongarse hasta mayo. A lo largo del periodo, los animales acuden al agua durante la noche, manteniéndose entre la vegetación, cerca de las orillas, durante el día. Los machos serían los primeros en llegar, y permanecen en los puntos de reproducción o en sus proximidades durante gran parte del periodo de apareamiento. Los individuos de mayor tamaño, tanto machos como hembras, son los primeros en reproducirse (Otriz-Santaliestra, 2015).



Figura 5. Macho y hembra copulando. Fuente: http://anfibios-reptiles-andalucia.org/peninsulares/foto.php?imagen=arborea&numero=1700

El canto consiste en una serie de entre 10 y 30 llamadas, pudiendo a veces llegar a 50. El espectro de frecuencias es muy amplio, aunque la mayor parte del sonido aparece en el rango de los 2.0 a 3.5 kHz y la temperatura afecta de manera positiva a la frecuencia del canto. Cada llamada se compone de pulsos cuya amplitud es variable y depende de factores ambientales como la temperatura. Los machos comienzan a cantar poco después de la puesta de sol y se mantienen cantando hasta que la temperatura baja por debajo de los 7ºC. La máxima temperatura a la que existe actividad de canto estaría por encima de los 20ºC. Los machos suelen cantar cerca de las orillas, normalmente sujetos a la vegetación emergida, formando coros de densidad variable. También pueden cantar en tierra ocasionalmente, aunque a una distancia no superior a 2 m de la masa de agua. Durante el día, algunos machos pueden continuar cantando ocultos entre la vegetación terrestre que rodea las orillas de las charcas (Otriz-Santaliestra, 2015).

La unión de ambos individuos durante la cópula recibe el nombre de amplexo o amplexus. Se producen mayoritariamente en la misma noche que las hembras y suelen comenzar fuera del agua, aunque los huevos se depositan dentro, quedando las masas de huevos pegadas a la vegetación sumergida. La duración del amplexus varía entre unas pocas horas y dos días. En general, los machos de mayor tamaño tienen un mayor éxito de apareamiento. La eclosión se produce tras 12-15 días de realizada la puesta. El desarrollo larvario se prolonga durante aproximadamente tres meses (Otriz-Santaliestra, 2015).


Huevos y larvas

Los huevos (Figura 6) miden 1,5 mm de diámetro y son de color amarillento, con tonos pardos claros. Las puestas consisten en pequeños paquetes que caen sobre el fondo o son adheridos a la vegetación a unos pocos centímetros de profundidad, aunque bien protegidos por las plantas. Cada paquete contiene entre 30 y 60 huevos, pudiendo una misma hembra depositar entre 250 y 1.250 huevos en una temporada (Otriz-Santaliestra, 2015).



Figura 6. Puesta de huevos. Fuente: http://anfibios-reptiles-andalucia.org/peninsulares/foto.php?imagen=arborea&numero=1700


Las larvas (Figura 7) eclosionan con una longitud total entre 5 y 8 mm, llegando a alcanzar e incluso superar los 45 mm.  Presentan una coloración dorsal y lateral parda con un claro tono verdoso y reflejos metálicos, y una coloración ventral en tonos muy claros. La región muscular de la cola presenta una banda longitudinal oscura que recorre la zona media y la región dorsal. Los ojos aparecen en posición claramente lateral mientras que la boca se dirige oblicua hacia delante y hacia abajo El extremo de la cola es puntiagudo (Otriz-Santaliestra, 2015). 



Figura 7. Larva de Hyla molleri. Fuente: http://anfibios-reptiles-andalucia.org/peninsulares/foto.php?imagen=arborea&numero=1700

Metamorfosis 

La metamorfosis (Figura 8) es el proceso por el cual, en este caso, una larva de anuro se transforma en una rana adulta. Este fenómeno conlleva multitud de cambios a nivel morfológico (por ejemplo en órganos locomotores y de la alimentación), cambios fisiológicos (por ejemplo el funcionamiento de diferentes órganos, la maduración gonadal) y ecológicos (todo lo que refiere a la transición de un medio acuático a terrestre) (Cruz, 2018). 



Figura 8. Metamorfosis de una rana. Fuente: https://bicheando.net/2022/03/diferencias-y-semejanzas-entre-anfibios-y-reptiles/


¿Cómo y cuándo se produce la metamorfosis?

El inicio de este fenómeno está condicionado por factores ambientales a los que están expuestos los renacuajos como son las condiciones fisicoquímicas de los cuerpos de agua junto con la disponibilidad de alimento, los efectos de la temperatura, el fotoperiodo y la interacción con otros organismos de la misma u otras especies (incluyendo predadores), como resultado, las hormonas actúan en respuesta a tales cambios. De esta manera, la metamorfosis es iniciada y coordinada por una molécula producida en la glándula tiroides, la hormona tiroidea (HT). Aunque no es la única involucrada en este proceso, su ausencia impide que se lleve a cabo el cambio (Cruz, 2018). 

Un detalle interesante es que existen anfibios que no completan la metamorfosis, si no que se quedan en un estadío intermedio, como es el caso del axolote o Ambystoma mexicanum (Figura 9).



Figura 9. Ejemplar de axolote. Fuente: https://sites.google.com/site/anglobiologia/material-de-apoyo/tormenta/informacion/axolote


Depredadores

En el caso de los adultos nos encontramos con la culebra viperina (Natrix maura), la culebra de collar (Natrix natrix), la lechuza común (Tyto alba), el mochuelo (Athene noctua) y el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus). Los huevos son consumidos por cangrejos de río. Y las larvas pueden ser depredadas por culebras de agua, peces, larvas de libélulas y escarabajos acuáticos, así como por tritones adultos. 

El principal mecanismo de defensa de los animales adultos es su capacidad de camuflaje entre la vegetación, debido a su coloración característica. En reposo, se encuentran totalmente mimetizadas con el entorno. En el caso de las larvas, reducen su actividad al mínimo.


Amenazas y conservación 

La gran amenaza de esta especie es el cambio climático. El aumento de la aridez y de las altas temperaturas han llevado a una regresión en la extensión de esta especie. Esto es debido a que su conservación depende en gran medida de la disponibilidad y calidad de los puntos de agua y de la vegetación de ribera. Las actividades que reducen la superficie de los medios acuáticos con vegetación abundante (drenaje, desecación, aplicación de herbicidas) constituyen sus mayores amenazas. Los embriones y larvas de esta especie, se encuentran entre los más sensibles a la contaminación por exceso de fertilizantes químicos. Así como la introducción de especies exóticas de peces. 

En cuanto al hábitat terrestre, los incendios, talas, construcción de presas, etc, afectan a su distribución y extensión. 

Está considerada como Preocupación Menor o LC por la Lista Roja de la IUCN. 


Bibliografía

Apuntes de clase. 

Araújo, M. B., Guilhaumon, F., Rodrigues Neto, D., Pozo Ortego, I., Gómez Calmaestra, R. (2011). Impactos, vulnerabilidad y adaptación de la biodiversidad española frente al cambio climático. 2. Fauna de vertebrados. Dirección general de medio Natural y Política Forestal. Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino, Madrid. 640 pp.

Cruz, J.C. (2018). Metamorfosis: cambio de forma durante el desarrollo. Temas de Biología y Geología del NOA. 

García-París, M., Montori, A., Herrero, P. (2004). Amphibia, Lissamphibia. Fauna Ibérica (Ramos, M. A., ed.), vol. 24. Museo Nacional de Ciencias Naturales. CSIC, Madrid.

Gosá, A, & Arribas, O. (2017). Primera cita de albinismo en una larva de Hyla molleri. Bol. Asoc. Herpetol. Esp. 28(2). 

Márquez, R. (2002). Hyla arborea (Linnaeus, 1758). Ranita de San Antón. Pp.114-116. En: Pleguezuelos, J. M., Márquez, R., Lizana, M. (Eds.) Atlas y Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España. Dirección General de la Conservación de la Naturaleza y Asociación Herpetológica Española, Madrid.

Ortiz-Santaliestra, M. (2015). Ranita de San Antonio – Hyla molleri. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Martínez-Solano, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid.


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